La estancia en tu desnudo
esa última noche,
ha revivido cosas enterradas.
El tiempo corre y luego se para.
Busco con mis ojos
en los colores que me rodean,
alguno que me recuerde
que no todo se tuerce.
Y lo veo todo blanco,
y lo veo todo negro.
Pero no hay gamas aquí
que animen este entierro.
Todos esquivan la mirada
y yo la enfoco hacia tus llamas.
Que dibujan con sus bailes
las caricias que tu me dabas.
Tu piel a la que yo tan bien conocía,
se ha convertido en un puñado de cenizas.
Las manos que a veces me despeinaban,
se marcharon sin decirme si me amaban.
Y lo veo todo blanco,
y lo veo todo negro.
Pero no veo gamas aquí
que animen este entierro.
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