sábado, 26 de mayo de 2012

HUESOS

Soplo lentamente,
a la bruma que cubre su mar.
Para ver realmente
lo que se esconde en su mirar.

Y simplemente es dolor.

Esparzo las lágrimas,
por una cara inexpresiva.
Palabras escualidas
ante un alma depresiva.

Engullida por el dolor.

Se le ha borrado el camino,
por donde siempre andó.
Y ahora sólo hace gemidos
de desesperación.

Aulla exigiendo un retorno,
que nunca tendrá lugar.
Y le acaricio por un lomo
que no deja de temblar.

Brutal punzada de dolor.

Y en los pies de una cama
invadida por la soledad,
se tumba mirando a la nada,
dejando su vida marchar.

Recordando esas mañanas,
que le sacaba a pasear.
Y esa pelota que le lanzaba
para que fuera a buscar.

Y se quedó dormida sin dolor.

Es curioso que al final uno es,
lo que en vida nunca piensa.
El perro, su querida gran exquisitez.
El dueño, el desecho que no le tienta.

Puede que el perro entienda las reglas,
y que nosotros las queramos romper.
Que nos neguemos ingenuamente a comprender,
que por mucho esconderse, siempre nos encuentra.

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