La brisa del mar, me advierte
de que esta noche no he dormido en mi casa.
Y el ruido de la máquina de
limpieza, que bebí algo más de lo que tocaba.
La gente me mira escandalizada,
en una playa abarrotada por el verano.
Y al variar el rumbo de la mirada,
comprendí que el motivo estaba en mi mano.
Sujetaba una cabeza de mujer degollada,
que a su vez, mordía un gran pene amputado.
Me asusté, y lancé las piezas al agua,
deseando estar en cama, dócilmente soñando.
Pero todo es real.
Y la cabeza es tuya; y el pene de quién?
Empiezan a sonar,
sirenas policiales que me van a detener.
Salías conmigo o salías con quién?
Existe la culpa o existe el perdón?
La respuesta creo que la tiene, la boca de ese pez;
y la pista concluyente, el sangrado de mi pantalón.
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