Contusiones en la piel de los vaivenes,
certifican que hace tiempo que no está.
No hacen falta barcos, aviones o trenes,
ni un billete que demuestre que todo es legal.
Hace tiempo que se alejó de todos nosotros,
solo nos acompaña un cuerpo sin expresión.
Mil intentos de pegar sus trozos rotos,
y una pieza nunca aparece en la reunión.
No hay lloros, ni risas, ni hechos ni deshechos,
no hay palabras, ni gestos, ni un brindis por hacer.
Un corazón a la deriva late dentro de su pecho,
no entiende pero no se mete, solo cumple con su deber.
Un adiós que es para siempre, siempre cuesta de digerir.
Y más si es el timón de una nave que nunca sabe por donde ir.
Esa nave ahora es un meteorito que no controla su dirección,
y corre el grave peligro de estrellarse contra el amor.
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