viernes, 30 de noviembre de 2012

POSEEDORA DE MI MEMORIA

Paso de los treinta años,
y no me acuerdo de los veinte primeros.
Algunas pinceladas de barro,
y unas noches de espejo y cenicero.

De querer vivir la vida, con ella casi acabo.
De no querer saber nada de los cuerdos,
doy por seguro, que por poco no enloquezco.

En la bienvenida del abrazo de una mujer,
se encontraba un inesperado porvenir.
Y en las manos de alguien que nunca extrañé,
encontré de soslayo el acento de felíz.

Tantos compañeros de viaje olvidados.
Vivencias que jamás sabré de ellas.
La noche va perdiendo las estrellas.

La vida es corta aún si la recuerdas.
Si no encuentras nada, es irrisoria.
Menos mal que ahora tú eres mi memoria.

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