martes, 4 de diciembre de 2012

UN TREN VETUSTO

Observo, por la ventana de un tren vetusto,
cómo me voy alejando de mi existencia.

La velocidad es endiablada, y me asusto.
Acaecido por lo fugaz de la experiencia.

Pienso en si servirá de algo mi pasado,
en si el contenido del corazón es reciclable.

O si sólo seré un proyecto caducado,
que de él no quedará nada aprovechable.

En si seré o dejaré de ser.
En si te podré, vida mía, seguir queriendo.

En si no es mi último tren.
En si un acto de fe, nos llevará a algún cielo.

De vez en cuando me pongo a leer,
poemas que escribí sin saber a qué.
Y cada vez estoy más seguro
que nuestro incierto futuro, es su valedor.

De vez en cuando me pongo a llorar,
y no tengo nada claro el porqué.
Y cada vez estoy más seguro,
que estoy inseguro por un posible adiós.

Un adiós impuesto.
Un adiós supuesto.

Un adiós que esconde
la respuesta más buscada.

Un adiós que corrompe
a las almas más viciadas.

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