sábado, 3 de noviembre de 2012

LA FERIA DEL PERDÓN

Nubes de azúcar color rosa.
Manzanas caramelizadas.
Peces que no han visto otra cosa.
Patos dando vueltas hasta mañana.

Música cutre a todo volumen.
Coches de choque sin velocidad.
Papeletas en el suelo que asumen,
que nunca repartirán la felicidad.

Escopetas que no apuntan.
Palillos que temen su final.
Y el destartalado tren de la bruja,
se ríe de los niños que les da por llorar.

Y nosotros ausentes de todo,
bebiendo en un bar ambulante.
Contándonos de cualquier modo,
secretos de corazones cobardes.

Se escucha un trueno atroz,
encima de un mar calmado.
Un diluvio y un viento feroz,
lo ensucia todo de barro.

La gente huye a sus casas.
Todo se rodea de soledad.
Los patos por fin descansan,
y los peces no ven más allá.

Y en ese desierto de metal y luces,
debajo de una lluvia precoz,
como dos pastillas insolubles,
nos curamos de la falta de amor.

Nos miran alegres los muñecos,
que cuelgan de cuerdas alineadas.
Mi cabeza se desprende de recuerdos,
para retener entera esta velada.

Y se desprende de un amante,
un desplante y un punzante puñal.
Se desprende de reniegos,
de falsos egos y noches de Orfidal.

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