A veces me pregunto si los desconocidos que
salen en mis sueños, existen de verdad.
Que de donde vienen y a donde se irán.
Como aquella rubia que por un billete se insinuaba
a cualquier muerto viviente.
En una habitación que albergaba orín, droga y prostitución.
O aquél que se parecía tanto a mi, y se le cayeron
uno por uno todos los dientes.
Y se acordaba en el instante que le habían comentado
que eso significaba muerte.
O aquél niño que no paraba de llorar en el patio de la escuela,
por verse de repente desnudo entre las risas de sus colegas.
Y se fue nadando por el mar que él había creado.
O aquella anciana que al tirarse del balcón se dio cuenta
que podía volar. Y se le quitaron las ganas que tenía de marchar.
Y voló toda la noche riendo por encima de la ciudad.
O esa antigua amiga, que se presenta de la nada
y no entrega el alma pero sí su cuerpo.
Y la tomas todas las horas hasta que te ves despierto.
A veces me pregunto si los desconocidos que
salen en mis sueños, existen de verdad.
Que de donde vienen y a donde se irán.
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