lunes, 4 de abril de 2011

DOS ABUELOS... SIN MÁS

Dos abuelos lloran lágrimas de juventud,
entre el alud incontrolable de recuerdos
que los engulle en la mesa donde,
están comiendo dos trozos de carne sin sal... sin más.

Dos abuelos se declaran enamorados,
haciendo el último trago de un licor de flores podridas,
dando así pistoletazo de salida a una carrera
en la cual participan el olvido y el dolor.

El olvido le saca tres segundos al dolor,
y el dolor se hace más fuerte por no poder olvidar,
que hubieron días de gloria que nunca volverán.
Y avanza así... sin más.

Nunca se alcanza a ver la meta entre las grietas
surgidas por falta de voluntad.
Los años llegan con fuerza y quieren derrumbar,
sin atender aquejas, la trinchera que les cobija.

Y no es que ellos así lo elijan sino, más bien
se repudian a si mismos sintiéndose mimos
que no encuentran la cuerda, que les sacaría
de este exilio particular.

Cuando vacían el lagrimal traman un triste final,
y juntan sus labios rugosos mientras sus manos se agarran,
sabiendo que en unos segundos ya nunca podrán.

Una ventana se transforma en un agujero negro
y se traga dos cuerpos violentamente abrazados.
Y desaparecen así... sin más.

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