Ella vino del frío por mi,
dejó su país y a sus seres queridos.
Y yo la bien recibí,
y le dije que aquí, no hacía falta abrigo.
Dejamos todas las puntadas sin hilo,
para no deshilacharnos.
Y su falta de todo por estar conmigo,
fue llenando el vaso.
La encontré llorando, apoyada en la ventana.
Me dijo estar cansada de ver gente extraña.
Y vi como una bala, llegar el final.
Cuento esto leyendo su último mensaje.
"He llegado bien, me lo he pasado bien,
siento que esto acabe".
Bebo una cerveza asomado a la ventana,
y veo pasear a gente muy extraña,
que me dan la espalda y la soledad.
Y lloro igual que lloró Kuznetsova,
contando las horas desde que partió.
Y lloro igual que lloró Kuznetsova,
al ver que nuestro vaso se rompió.
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