Arrímate a mi que despegamos,
y vete tú a saber que nos espera.
Todo apunta a que esta condena
no lleva cogida otra de la mano.
Deja de mirar nuestros cuerpos,
que ya no nos sirven de nada.
Ahora solo somos dos muertos
descubriendo que no todo acaba.
No sienten dolor nuestras almas.
No es todo calma ni desmesura.
No supuran heridas mal curadas,
sufridas por una triste amargura.
Entre cristales y chatarra,
se quema tu existencia y la mía.
Escenificando tétrica poesía,
al estar las manos agarradas.
Y puedo seguir diciendo que te quiero.
Puedo seguir dándote mis besos.
Puedo decir que en este incierto,
también hay cabida al amor y al sexo.
No nos lloréis
que estamos riendo.
No malgastéis
miradas hacia el cielo.
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