lunes, 17 de septiembre de 2012

CÁRCEL DE LIBERTAD

Andando por una calle repleta
de gente apresurada,
esquivo las miradas
que hieren como balas de escopeta.

Invisibles entre ellas.
Como si una fuera la dueña
del espacio integral.

Y yo voy a lo mío.
Que es olvidarme del frío
de tu beso mortal.

Aquél que nunca volvió,
y desde entonces yo
busco reemplazar.

Estar entre desconocidos,
hace que uno mismo
se conozca aún más.

Y creo que he entendido,
la gravedad de lo perdido...
mi auténtica libertad.

La que abría la celda,
a una cordura intermitente.
La que cerró la veda
a conceptos delincuentes.

Y ahora preso, por falta de tus barrotes,
voy enturbiando la realidad.
Y no es que yo no controle,
es que me la suda lo que me pueda pasar.

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