Las flores son marchitadas por el hedor de la inconsciencia,
ellas se reproducen al instante pero vuelven a envenenarlas.
Y un gallo buscando libertad canta en medio de una plaza,
donde en cada rinconcito hay un rechazo a la violencia.
Una plaza que de repente tiene una vida y un alma,
una plaza que quiere ser origen de un cambio social.
Por mucho que marchiten los ramos al alba,
por mucho que al gallo intenten hacer callar.
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